MOROGORO, Tanzania (AP) — Un hombre yace inmóvil, desplomado entre los escombros de un terremoto simulado, mientras se acerca un rescatador poco probable: una rata con una mochila. Con los bigotes ondeando, la rata pasa rápidamente entre la basura, muebles caídos y ropa esparcida para encontrarlo y accionar un gatillo en su mochila, alertando a los buscadores arriba.
Luego, un clic resonante. Se ha encontrado a un sobreviviente. La búsqueda en Morogoro, en las montañas Uluguru de Tanzania, ha terminado y la rata sale corriendo del edificio abandonado para ser recompensada con un plátano. Misión cumplida para esta rata que está siendo entrenada para operaciones de búsqueda y rescate.
“Su sentido del olfato es increíble”, declaró Fabrizio Dell’Anna, un especialista en comportamiento animal de APOPO, una organización no gubernamental con sede en Tanzania que entrena a las ratas para hacer rescates. “Estas ratas son capaces de detectar explosivos, tuberculosis —incluso pequeñas cantidades de la bacteria— y en este proyecto, son capaces de identificar e indicar correctamente a los humanos”.
En un campo cercano, caminan ratas sujetadas con correas recorriendo una cuadrícula llena de minas terrestres como parte de una iniciativa de APOPO, que trabaja junto a la Universidad de Agricultura de Sokoine. Cuando se detienen, indica que hay explosivos debajo. Estas ratas se están preparando para su próximo despliegue, quizás en Angola o Camboya, donde APOPO ha ayudado a despejar más de 50.000 minas terrestres desde 2014.
Desde detectar minas terrestres hasta olfatear tuberculosis, estas “ratas heroicas” se han convertido en rescatistas poco probables, y a veces no reconocidos, en Tanzania y más allá.
Las ratas son usadas debido a su agudo sentido del olfato
Durante décadas, APOPO ha entrenado a estas “ratas heroicas”, que tienen uno de los olfatos más sensibles del reino animal. Desde 2003, las ratas han estado encontrando minas terrestres y, más recientemente, se han enfocado en la vida silvestre traficada y los sobrevivientes de terremotos.
Las ratas comienzan su entrenamiento poco después de nacer para misiones específicas y, debido a que como roedores tienen una vida útil de casi una década, pueden pasar años realizando su trabajo. El costo de entrenar a cada rata ronda los 6.000 euros (6.990 dólares).
Todo se hace con condicionamiento clásico y refuerzo positivo, explicó Dell’Anna, quien supervisa el programa de búsqueda y rescate. El primer grupo de esta cohorte de ratas especializadas ya está en Turquía con una organización socia de búsqueda y rescate.
Ayudando en la lucha global contra la TB
Mientras que las ratas enfocadas en explosivos o sobrevivientes enterrados en escombros reciben toda la gloria, es un grupo de ratas dentro de un laboratorio las que son, posiblemente, las salvadoras de vidas más impactantes. Estas no son ratas de laboratorio típicas, sino más bien, como argumentarían sus defensores, uno de los detectores de tuberculosis más efectivos del mundo.
“Cada día mueren tantas personas por TB como por minas terrestres en todo un año”, indicó Christophe Cox, el CEO de APOPO. “Es más espectacular estar en el campo de minas… pero para la TB… en términos de impacto social, es tremendo”.
La tuberculosis es una antigua enfermedad respiratoria que continúa propagándose a pesar de siglos de investigación y tratamiento. La Organización Mundial de la Salud apuntó en octubre que la tuberculosis había resurgido como la enfermedad infecciosa más letal, con 1,25 millones de muertes y un récord de 8,2 millones de infecciones en 2023.
En el África subsahariana, solo alrededor de la mitad de los pacientes con TB reciben un diagnóstico, según un estudio de investigadores en el Reino Unido y Gambia publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina, y esto los deja propensos a propagar la enfermedad. Tanzania tiene una de las cargas de TB más altas del mundo, según la OMS.
APOPO se expandió a la detección de TB en 2007 y sus ratas han sido desplegadas en Tanzania, Etiopía y Mozambique. El grupo trabaja con 80 hospitales en Tanzania, recolectando muestras diariamente y llevándolas a las ratas de laboratorio.
Con sus narices sensibles, las ratas olfatean muestras de esputo de pacientes, buscando casos positivos de TB que habían sido marcados como negativos. La investigación sugiere que las ratas están detectando seis compuestos orgánicos volátiles únicos en muestras positivas de TB, señaló Cox.
Los falsos negativos siguen siendo un problema persistente en la detección y supresión de la TB porque cada persona infectada puede propagar la enfermedad a 10 a 15 personas más cada año.
“La ventaja de usar ratas es significativa”, sostuvo Felista Stanesloaus, una doctora en una clínica de TB en Morogoro. “Nos ayudan a detectar casos que de otro modo pasarían inadvertidos, lo que evita que las personas propaguen infecciones sin saberlo”.
Haciendo accesible la detección de TB
La detección de TB ha hecho avances significativos en los últimos años, incluyendo el uso de herramientas de inteligencia artificial junto con escaneos pulmonares. Sin embargo, muchas áreas afectadas por la TB, como aldeas rurales o comunidades urbanas de bajos ingresos, no tienen acceso a estas herramientas.
Aunque el uso de dispositivos de detección molecular, como uno llamado GeneXpert, se ha vuelto más común, una clínica puede tener solo uno de estos dispositivos y puede tardar dos horas en procesar una muestra. Las clínicas sobrecargadas recurren a la técnica centenaria de la microscopía, o la investigación del esputo bajo un microscopio, que es tanto falible como lenta.
“El error humano puede resultar en que a una persona se le diga que está libre de enfermedad cuando no lo está”, apuntó Stanesloaus. “Usar ratas es un método más eficaz”.
Las ratas de APOPO pueden escanear 100 muestras en 20 minutos, y desde el inicio del programa, las ratas han podido identificar a más de 30.000 pacientes que habían sido enviados a casa con un certificado de salud limpio pero que en realidad portaban TB, aseveró Cox. La ONG es capaz de hacer con un laboratorio lo que 55 hospitales hacen en un día, añade.
Sin embargo, usar animales vivos en lugar de dispositivos médicos plantea desafíos, especialmente cuando se trata de escalar. Las muestras deben ser llevadas directamente a un laboratorio con suficientes ratas entrenadas para realizar la detección, con algunas muestras llevadas a Morogoro en motocicleta cada día. Las operaciones son más efectivas en centros urbanos densos, como Dar es Salaam, aseguró Cox.
Cumpliendo con los estándares de la OMS
El desafío más existencial para estas “ratas heroicas” proviene de los reguladores y una comunidad médica que duda de este método no convencional de detección de enfermedades.
Las ratas de APOPO no están clasificadas como herramientas de diagnóstico primario por la OMS. En cambio, son una segunda línea de defensa. Cualquier muestra positiva detectada por las ratas debe ser confirmada con microscopía humana en los laboratorios de APOPO antes de que se pueda administrar el tratamiento.
“Es un gran desafío”, expresó Cox. “No ser reconocido por la OMS significa que la financiación principal para la TB… nunca nos llega”.
Cox ha renunciado a la perspectiva de obtener la aprobación de la OMS, aunque APOPO ha enfrentado presión de los donantes para pasar por este proceso, que sería extenso y riguroso sin garantía de éxito.
Los reguladores también pueden desafiar el método de APOPO de enfocarse en encontrar cada caso positivo posible a costa de más posibles falsos positivos.
APOPO se basa en la indicación de solo una rata para proceder con una investigación más profunda de un posible caso positivo, mientras que los estándares de especificidad más altos pueden necesitar múltiples ratas para marcar una muestra.
Cox defiende este enfoque.
“Nuestra decisión ha ido buscar a cada paciente, buscar el impacto social”, manifestó Cox.
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